domingo, 2 de junio de 2013

Un murciélago comiendo kiwi

Como si te colgaras por los pies de una cornisa maravillada por el templado café que se derrama sobre su sien un martes por la tarde. De esos días en los que tus lágrimas sueñan con apoderarse de la cima de tus ojos y recorrer lentamente tus mejillas suaves, para despedirse de ti en tu barbilla y emprender un viaje que las llevará a estrellarse en el regazo de un gato que solo quiere que le achuchen el pelaje y le soplen en los bigotes manchados de la sangre de un ratón cualquiera que pasaba por allí.

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