domingo, 30 de junio de 2013

La realidad es el tablero

Leo se levantó y me saludó.
- Ya empieza a anochecer - dijo -, y pronto comenzará a llover. No sé gran cosa de las hazañas que llevó a cabo David, e ignoro si realmente fueron tan grandes como aseguran. Y, con toda sinceridad, tampoco conozco mucho sus salmos. No quisiera decir nada en contra de ellos. pero de que la vida sea algo más que juego, de esto no me convencerá ni el mismo David. La vida es bella y feliz precisamente cuando es esto: juego. Naturalmente, que podemos hacer de la vida todo lo imaginable; podemos convertirla en un deber, en una guerra o en una cárcel, pero no por ello se hace más hermosa. ¡Hasta la vista; he tenido un gran placer...!
Viaje al oriente, HERMAN HESSE. 

martes, 25 de junio de 2013

Contando estrellas

El principito no estaba satisfecho. 
- Yo, si poseo un pañuelo, puedo ponerlo alrededor de mi cuello y llevármelo. Yo, si poseo una flor, puedo cortarla y llevármela. ¡Pero tú no puedes cortar las estrellas! 
- No, pero puedo depositarlas en el banco. 
- ¿Qué quiere decir eso? 
- Quiere decir que escribo en un papelito la cantidad de mis estrellas. Y después cierro el papelito, bajo llave, en un cajón. 
- ¿Es todo? 
- Es suficiente. 
Es divertido, pensó el principito. Es bastante poético. Pero no es muy serio.
El principito, Antoine de Saint-Exupéry

jueves, 20 de junio de 2013

Educando las almas


¡Oh, no! A un profesor se le esponja el alma de alegría y orgullo cuando ve cómo el talento de un niño, estimulado sin éxito durante largo tiempo se abre camino; cómo un muchacho deja la espada de madera, el tirador, el arco y los demás juguetes infantiles; cómo empieza a adelantar; cómo la seriedad del trabajo convierte al golfillo salvaje en un muchacho refinado, serio y casi ascético; cómo su rostro se hace más adulto y espiritual, su mirada más profunda y segura,  su mano más blanca y más tranquila. Su deber y la misión encomendada a él por el Estado son domar y exterminar en el joven los toscos apetitos y las fuerzas de la naturaleza, y plantar en su lugar ideales comedidos, tranquilos y reconocidos por el Estado. ¡Más de uno, que ahora es un satisfecho ciudadano y eficiente empleado, se hubiera convertido, sin los desvelos del colegio, en un innovador impetuoso y desenfrenado o en un soñador meditabundo y estéril! Había algo en él, algo salvaje, sin reglas, inculto, que había que apagar y extinguir. El hombre, tal como le crea la naturaleza, es algo desconcertante, opaco y peligroso. Es un torrente que se despeña desde un monte desconocido y una selva sin camino ni ley. Y así como una selva tiene que ser aclarada, limpiada y reducida por la fuerza, el colegio tiene que romper, vencer y reducir por la fuerza al hombre natural; su misión es convertirle, según los principios que acepta la autoridad, en un miembro útil de la sociedad, y despertar en él las cualidades cuyo desarrollo total vendrá a coronar y terminar la cuidadosa disciplina del cuartel.
Bajo las ruedas, Herman Hesse 

sábado, 15 de junio de 2013

Gentuza

- Abrid hijitas - dijo el lobo -. Vuestra madre os trae algo a cada una.
Pero el lobo había puesto una negra pata en la ventana, y al verla las cabritas, exclamaron:
- No, no te abriremos; nuestra madre no tiene las patas negras como tú. ¡Eres el lobo!
Corrió entonces el muy bribón a un tahonero y le dijo:
- Mira, me he lastimado un pie; úntamelo con un poco de pasta.
Untada que tuvo ya la pata, fue al encuentro del molinero:
- Échame harina blanca en el pie - díjole. El molinero, comprendiendo que el lobo tramaba alguna tropelía, negóse al principio; pero la fiera lo amenazó: - Si no lo haces, te devoro - : El hombre, asustado, le blanqueó la pata. Sí, así es la gente.
HERMANOS GRIMM, El lobo y las siete cabritas

lunes, 10 de junio de 2013

Esperando...


Así, permanecía sentado pacientemente en su pupitre, pero sufría de envidia y de nostalgia cuando veía a los otros disfrutar de la amistad. Karl Hamel no era lo que él necesitaba; pero si hubiera venido otro cualquiera y hubiera intentado atraerle con fuerza, él le hubiera seguido con gusto. Como una muchacha tímida, esperaba sentado a que viniera a cogerle alguien, uno más fuerte y más valiente que le arrastrara y le obligara a ser feliz.
Bajo las ruedas, Herman Hesse

domingo, 2 de junio de 2013

Un murciélago comiendo kiwi

Como si te colgaras por los pies de una cornisa maravillada por el templado café que se derrama sobre su sien un martes por la tarde. De esos días en los que tus lágrimas sueñan con apoderarse de la cima de tus ojos y recorrer lentamente tus mejillas suaves, para despedirse de ti en tu barbilla y emprender un viaje que las llevará a estrellarse en el regazo de un gato que solo quiere que le achuchen el pelaje y le soplen en los bigotes manchados de la sangre de un ratón cualquiera que pasaba por allí.