domingo, 8 de septiembre de 2013

Nada - Cap. 2

Capítulo 1: http://esperosentado.blogspot.com.es/2013/05/nada-cap1.html

Es algo raro y complejo eso del tiempo. Llevo aquí un par de semanas (creo) y aún no tengo hambre. Y aunque la hubiera tenido. Lo único que tengo por aquí para llevarme a la boca es una esponja vieja, sucia y peluda. Y aquí estoy, sentado dentro de la bañera esperando a que la barba me llegue a las rodillas para decidir si me corto las venas o me desnuco contra el grifo de la ducha. Estas dos semanas han sido agotadoras y desesperantes, sin nada que hacer más que sentarme a ver pasar el tiempo. Es algo raro y complejo eso del tiempo.

Dos semanas de silencio absoluto, pérdidas de conciencia esporádicas y miedo a sonidos imaginarios que me sacan del ensimismamiento que me atrapa para llevarme a un frenético e histérico estado de terror. Me he encerrado en mi propia mente para no enloquecer por las cuatro paredes que me separan de la nada infinita, que me amenaza y me amedrenta desde un exterior que dudo que exista.
No tengo ganas. No tengo ganas de comer, ni de beber. No tengo ganas de sexo ni de abrazar a nadie. No tengo ganas de dormir. Ya no duermo. A veces me desmayo pero ya no duermo. No tengo ganas de quedarme aquí, pero tampoco tengo ganas de irme. Se me ha anulado la capacidad de tener apetitos y ganas de cosas. Lo que parece que tengo es ganas de seguir, quiero decir, con vida, por que morirse sería hacer algo. Y no tengo ganas. De nada. Ni de morirme.

Hay ratos en los que olvido por completo quien soy. Y me alarmo mucho. No recuerdo mi vida anterior a este baño que me envuelve ¿Qué hacía yo antes con mi tiempo? ¿He estado alguna vez fuera de aquí? Si no hay nada más allá, no puede ser... Es posible que mi existencia se generara aleatoriamente junto a la del baño en un lugar que se encuentra en ninguna parte y que al mismo tiempo que yo mismo se crearan los recuerdos que me hicieron creer que estaba, realmente, allí, es decir, aquí, y que antes había estado en alguna otra parte. Por que aquí sigo. Creo. En ocasiones incluso me meto tanto en mi cabeza que olvido el baño; y otras me meto tanto en el baño que me olvido de mi mismo. Tal vez seamos solo uno. El baño y yo. Soy uno con el baño. O el baño no existe. Está todo en mi cabeza. La cual tampoco existe. También es posible que yo no exista, y que sea el rollo de papel higiénico que se imagina cosas raras. Hombres dementes y peludos atrapados en el interior del retrete que él habita.

Lo bueno de no sentir ganas de nada es que no puedo aburrirme, por que no tengo ganas de que el tiempo pase más rápido ni más lento. Ni bien ni mal, no tengo sensación de tiempo por que no hay nada que me indique que hora es. Hace mucho que dejó de entrar luz por la ventana y la iluminación es siempre la misma. Amarillenta y eléctrica, coronando el espejo. Mhh ¿Cómo se que el espejo no deja de reflejar cosas cuando no lo miro? ¡Ajá!

Me incorporo, salgo de la bañera y me miro en el espejo. Vale. Esto es raro. El pelo de mi cabeza ha decrecido y me ha crecido por la cara. Es definitivo. Mi capacidad de sorprenderme debe estar de viaje por el caribe. Si es que acaso el caribe es un lugar real. Saco la maquinilla de afeitar y me rapo por completo. Cabeza, cara, pecho, espalda, piernas y brazos. Un bello collarín de pelo es lo único que permito quedarse en mi cuerpo. Parezco un maldito caniche. ¡Espaguetis! ¿Qué? Por Dios, tengo un hambre loca. Oigo un sonido extraño, parece como un restaurante. Oigo voces difusas y el choque de cubiertos contra los platos. Oigo gente masticar. Escucho lo que mi mente asocia con humanos sorbiendo de sus copas. Vale, eso me sorprende. Quiero saber de donde viene el sonido ¡Joder, que hambre tengo! Mi sorpresa me ha traído el precioso souvenir de estar muriéndome de hambre. Que maja la jodía. No sabía que vendían esas cosas por el caribe. Tenía entendido que aquello eran todo playas y zumos de frutas tropicales con vodka. Y palmeras, muchas palmeras. Abro la puerta. Nada, para variar. Miro dentro del armario y debajo de la ropa sucia. No encuentro el comedor extraño del que viene todo ese ruido ¡Augh! Caigo al suelo, me llevo las manos al estómago que me araña desde dentro suplicándome a golpes que le dé algo de comer. No se que hacer, ya no se dónde buscar. El sonido viene de todas partes y de ningún lugar en concreto ¿De pronto un restaurante en formato de audio? La ventana... Me incorporo con un creciente y terrible dolor que me mata con cada aliento que oso respirar. Me acerco agachado hasta la ventana y la abro. Algo extraño (digo, más que de normal) sucede al abrir la ventana. Como si todos los estados de la puertecita del tragaluz desde que esta cerrada hasta que está abierta coexistieran al mismo tiempo. Es decir, la ventana está cerrada, abierta, entreabierta, entrecerrada... todo al mismo tiempo. Ahora desaparecen uno a uno, como desplazándose hacia el estado de ventana abierta y queda abierta. Joder, la ventana va a cámara lenta, con un puto retraso. O mi cerebro se lo ha tomado con calma para procesar cada fotograma de realidad. Mierda. Hay un maldito restaurante italiano al otro lado de la ventana. Con sus estantes, sus banderas italianas y los manteles a cuadros blanqui-rojos. El sonido cesa. Veo a cinco hombres ataviados con túnicas blancas y largas barbas grises. Están sentados en la única mesa de la sala y se miran como enfadados y sin hablar. No se si saludar ¿Es de mala educación mirar a la gente comer desde el baño? Igual se asustan. Tal vez no puedan oírme. Por miedo a no existir prefiero callarme y observarles a ver como evolucionan las cosas. Parecen muy molestos por algo, como enfrentados. Cada uno tiene delante un plato de espaguetis, pero no comen ¿Por qué no comen? ¡Qué hambre! Sin previo aviso, uno de ellos se pone en pie, empuñando un tenedor en la mano derecha y gritando atraviesa el ojo de su vecino izquierdo que cae al suelo gritando dolorosamente. Mientras se desangra en lo que parece un sufrimiento terrible sus compañeros de mesa, en un gesto de aprobación comienzan a comer de sus respectivos platos. Esto es demasiado incluso para mi. Cierro la ventana asustado. Mierda ¿Por que he cerrado? Mi primer contacto en semanas con algo que no es el baño y podría desaparecer. Vuelvo a abrir. Nada. Joder. Ya estamos otra vez. Se me olvida el hambre y todo lo demás. Vuelvo a estar como antes. En el límite del universo. A un lado el baño, y alrededor, nada. Como si el universo se hubiera simplificado en un pequeño retrete.

Uff. Estoy cansado, hoy he tenido mucha actividad. He salido de la bañera y he abierto la ventana. He alucinado un rato y he visto cometer un asesinato muy posiblemente imaginario. Creo que me desmayaré un rato en el suelo y mañana será otro día. O lo sería si los días existieran. Caigo al suelo inconsciente ¿Habré hecho ruido al caer? Nunca lo sabré.

Capítulo 3: http://esperosentado.blogspot.com.es/2013/09/nada-cap-3.html

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