Que los caminos estuvieran mal no era ninguna novedad; eso lo daban por hecho, como daban por hecho que en invierno hiciera frío. La gente se quejaba, tomaba sus precauciones y seguía ocupándose de vivir su vida.El nombre del viento, PATRICK ROTHFUSS
jueves, 31 de octubre de 2013
Asumiendo realidades
miércoles, 16 de octubre de 2013
El lado divertido
Mientras caminaba de vuelta a casa a buen paso, intenté buscarle el lado divertido a la situación. No fue fácil, y todavía no estoy seguro de haberlo hecho bien, pero es algo que me gusta hacer cuando las cosas no van bien.Una noche de perros, HUGH LAURIE
Por que, ¿qué significa decir que las cosas no van bien? ¿Comparado con qué? Puedes decir: comparado con cómo iban las cosas hace un par de horas, o un par de años atrás. Pero ésa no es la cuestión. Si dos coches se lanzan a toda pastilla y sin frenos contra una parece de ladrillos y uno de ellos se empotra contra la pared unos segundos antes que el otro, no puedes dedicar esos segundos a decir que el segundo coche ha salido mejor librado que el primero.
La muerte y el desastre nos acosan cada segundo de nuestras vidas, dispuestos a pillarnos. La mayoría de las veces no lo consiguen. Miles de kilómetros de autopista sin un reventón de una ruda delantera. Centenares de virus que pasan por nuestros cuerpos sin matarnos. Montones de pianos que caen un minuto después de haber pasado, o aunque sea un mes, no significa nada.
Así que, si no tenemos intención ponernos de rodillas y dar gracias cada vez que nos libramos de un desastre, no tiene sentido lamentarse cuando nos pilla. A nosotros, o a cualquiera. Porque no lo comparamos con nada.
En cualquier caso, todos estamos muertos, o no hemos nacido, y todo esto no es más que un sueño.
Vale, ya está. Ése es el lado divertido.
sábado, 12 de octubre de 2013
No limits
We used to think (the brain) had a limited capacity, like a milk bottle, and that it was impossible to pour two pints of milk into a pint bottle. Now we understand that our brains are capable of making an infinite number of connections; there is no limit to what we can take in.Professor Tony Cline of Luton University’s Centre for Education Studies
lunes, 7 de octubre de 2013
Las puertas del sufrimiento
Quizá la mayor facultad que posee nuestra mente sea la capacidad de sobrellevar el dolor. El pensamiento clásico nos enseña las cuatro puertas de la mente, por las que cada uno pasa según sus necesidades.El nombre del viento, PATRICK ROTHFUSS
- La primera es la puerta del sueño. El sueño nos ofrece un refugio del mundo y de todo su dolor. El sueño marca el paso del tiempo y nos proporciona distancia de las cosas que nos han hecho daño. Cuando una persona resulta herida, suele perder el conocimiento. Y cuando alguien recibe una noticia traumática, suele desvanecerse o desmayarse. Así es como la mente se protege de dolor: pasando por la primera puerta.
- La segunda es la puerta del olvido. Algunas heridas son demasiado profundas para curarse, o para curarse deprisa. Además, muchos recuerdos son dolorosos, y no hay curación posible. El dicho de que "el tiempo todo lo cura" es falso. El tiempo cura la mayoría de las heridas. El resto están escondidas detrás de esa puerta.
- La tercera es la puerta de la locura. A veces, la mente recibe un golpe tan brutal que se esconde en la demencia. Puede parecer que eso no sea beneficioso, pero lo es. A veces, la realidad es solo dolor, y para huir de ese dolor, la mente tiene que abandonar la realidad.
- La última puerta es la de la muerte, El último recurso, Después de morir, nada puede hacernos daño, o eso nos han enseñado.
martes, 1 de octubre de 2013
Paca la vaca.
Se hallaba mi madre, una de aquellas mañanas de otoño que tanto me gusta recordar hoy, al encontrarse tan lejanas en el regodeo de mi nostalgia, ordeñando a Francy, nuestra vaca parda, y no parecía querer parar. Estaba como automatizada. El cubo estaba lleno de leche. Rebosante. La leche llevaba ya un rato derramándose sobre el suelo. Francy parecía haber notado aquello y miraba a mi madre con ojos de preocupación, pero le sabía mal apartarse, como si eso le hubiera hecho notar a mi madre que estaba cometiendo un error, y no quisiera que se sintiera mal por fallar, después de tantas mañanas repitiendo la misma actividad sin un solo titubeo, sin una mancha en todo su historial de blanca leche extraída mediante el manoseo de tetas ajenas. Pero aquello no podía seguir. Francy se percató de que yo estaba observando la escena desde la ventana de la cocina y me suplicó con la mirada que hiciera algo. Yo me quedé paralizado, no sabía que hacer. Mantuve la mirada el mayor tiempo que pude con los terribles ojos suplicantes de nuestra vaca y al final, por no poder aguantar más tiempo, no tuve más remedio que apartar la mirada y salir de la cocina. Me acerqué al granero, en la puerta de la cual se encontraba mi madre, ordeñando a Francy en su incesante manoseo lechoso, rodeada de un charco blanquinoso.
- Mamá. - dije con un hilo de voz.
- Mhh... - dejó escapar mi madre como toda respuesta sin dejar de ordeñar, ni mirarme siquiera.
- ¿Quieres que te traiga otro cubo? - le pregunté descaradamente, no quería hacerle daño, pero tenía que parar o acabaría matando a la vaca. O la vaca la mataría a ella.
- Mhhmhh... - entendí que no.
No sabía que hacer.
- Pero mamá, estás derramando leche sobre el suelo, deberías parar o coger otro cubo. Además, Francy parece estar cansada.
- No me digas como tengo que hacer mi trabajo. Además, esta no es Francy, es Adelaida.
Me quedé tonto. No podía ser Adelaida. No teníamos más vacas y yo estaba seguro de que esta se llamaba Francy. Me acerqué a la cabeza de la vaca, que no dejaba de mirarnos. Efectivamente en la chapita que llevaba del cuello se leía: "Francy". Aquella era Francy, y mi madre estaba muy afectada por algo. Qué diablos, mi madre se había vuelto loca. Tenía que hacer algo. Fuí a casa, cojí un almohadón, regresé y golpeé a mi madre con todas mis fuerzas en plena cara. Cayó redonda al suelo y Francy aprovechó que la habían soltado para marcharse. Mi madre me miró y de pronto se derritió, quedando mezclada con la leche que había derramada por el suelo.
Cogí el cubo lleno de leche y me dirigí a casa. En la puerta, que yo recordaba haber dejado abierta (ya no lo estaba), había una nota:
- Te estaba esperando, manzanita mía.
- ¿Francy?
- No, no, no ¡NO! ¡No soy Francy! ¡Maldita sea! Ese ridículo nombre una y otra vez. Me atormenta, me persigue por las noches, no deja de sonar en mi cabeza ¡Mi nombre es Adelaida!
Mi madre trató de advertirme. Y yo no supe escucharla, la maté con la almohada mientras ella solo trataba de protegerme... No sabía que hacer, me quedé atónito. Adelaida sacó lentamente un revolver. Lo seguí con la mirada todo el camino desde su bolsillo hasta una posición cómoda en la que estaba apuntándome. No reaccioné. No supe. No pude. No quise...
Y así fue como morí. O al menos de eso tratan de convencerme los doctores. Matasanos del averno.
- Mamá. - dije con un hilo de voz.
- Mhh... - dejó escapar mi madre como toda respuesta sin dejar de ordeñar, ni mirarme siquiera.
- ¿Quieres que te traiga otro cubo? - le pregunté descaradamente, no quería hacerle daño, pero tenía que parar o acabaría matando a la vaca. O la vaca la mataría a ella.
- Mhhmhh... - entendí que no.
No sabía que hacer.
- Pero mamá, estás derramando leche sobre el suelo, deberías parar o coger otro cubo. Además, Francy parece estar cansada.
- No me digas como tengo que hacer mi trabajo. Además, esta no es Francy, es Adelaida.
Me quedé tonto. No podía ser Adelaida. No teníamos más vacas y yo estaba seguro de que esta se llamaba Francy. Me acerqué a la cabeza de la vaca, que no dejaba de mirarnos. Efectivamente en la chapita que llevaba del cuello se leía: "Francy". Aquella era Francy, y mi madre estaba muy afectada por algo. Qué diablos, mi madre se había vuelto loca. Tenía que hacer algo. Fuí a casa, cojí un almohadón, regresé y golpeé a mi madre con todas mis fuerzas en plena cara. Cayó redonda al suelo y Francy aprovechó que la habían soltado para marcharse. Mi madre me miró y de pronto se derritió, quedando mezclada con la leche que había derramada por el suelo.
Cogí el cubo lleno de leche y me dirigí a casa. En la puerta, que yo recordaba haber dejado abierta (ya no lo estaba), había una nota:
"Hijo, si estás leyendo esto, probablemente estoy muerta. Ten cuidado con Adelaida. Es una buena vaca, pero no sabe lo que hace."Dejé el cubo en la mesa del porche y entré en casa. Estaba especialmente oscuro para ser mediodía. Y olía a tabaco. Debía haber alguien en casa. Me puse en alerta y caminé despacio hacia el salón por el pasillo de la derecha. Empujé la puerta que chirrió lentamente hasta dejarme ver a Francy sentada en un sillón. Llevaba un fedora negro entre los cuernos y un traje negro muy elegante. Estaba fumándose uno de los habanos de mi abuelo.
- Te estaba esperando, manzanita mía.
- ¿Francy?
- No, no, no ¡NO! ¡No soy Francy! ¡Maldita sea! Ese ridículo nombre una y otra vez. Me atormenta, me persigue por las noches, no deja de sonar en mi cabeza ¡Mi nombre es Adelaida!
Mi madre trató de advertirme. Y yo no supe escucharla, la maté con la almohada mientras ella solo trataba de protegerme... No sabía que hacer, me quedé atónito. Adelaida sacó lentamente un revolver. Lo seguí con la mirada todo el camino desde su bolsillo hasta una posición cómoda en la que estaba apuntándome. No reaccioné. No supe. No pude. No quise...
Y así fue como morí. O al menos de eso tratan de convencerme los doctores. Matasanos del averno.
jueves, 26 de septiembre de 2013
Nada - Cap. 3
Capítulo 2: http://esperosentado.blogspot.com.es/2013/09/nada-cap-2.html
Por un momento creí sentir que la realidad existía. La oruga de un tanque pisaba un hormiguero. El pequeño blindado se deslizaba sobre un terreno irregular de tierra dura y piedras, escoltado por cuatro hombres a caballo. Una mujer tapada con un manto negro está acurrucada en el suelo, de rodillas, delante del vehículo armado. Llora ¿Por qué llora? Lleva tanto tiempo practicando esta acción asociada al dolor que ya ni lo recuerda. Cree que llora la muerte de sus tres hijos. Y probablemente esté en lo cierto. Si, parece un llanto emocional. En general la muerte suele causar esa reacción en las personas que les gustaba ese humano concreto cuando tenía por costumbre estar vivo. Es un poco egoísta eso de morirse. Tu estás muerto y ya te da igual, pero los que se quedan no saben a donde has ido y viven con la incertidumbre de si ahora eres un cadáver, como una mierda que se descompone, o si te esperan locas orgías con vírgenes en algún lugar. O si tu alma vaga por la tierra habitando casas oscuras y asustando a la gente con cosas que no entiendan, como la vida. Pero tal vez no llorara por eso... tal vez llorara por eso. Tal vez fuera que instintivamente la muerte de un hijo tiene que hacerte sentir mal de modo que cuando tengas un descendiente tu inconsciente sienta que tiene que mantener la existencia de la especie. Tal vez fuera un llanto social. Tal vez llora porque se le han quemado las lentejas.
Y de pronto no comprendo la muerte, no se siquiera si existe. Por un momento creí sentir que la realidad existía. Pero ya no puedo estar seguro.
Siento que estoy tumbado en lo que parece ser una bañera, mirando fijamente al techo. Un techo blanco radiante. Blanco como el blanco más blanco, como un coche blanco, como la nieve blanca y un folio blanco. Una especie de ultrablanco. No brilla, que no os engañen, el blanco no brilla, solo rebota fotones. Pero este blanco que no brilla es demasiado blanco... puede que no sea blanco... ya no lo se...
Es curioso como en estos días he tenido varios temas acudiendo a mi mente repetidamente, como un supermercado con los mejores descuentos en electrodomésticos y cerveza: aunque no lo necesites, vuelves. He tenido que aceptar que lo que me está sucediendo es real para no enloquecer... más. Ya está aquí de nuevo ¿Qué es real? He tenido que definirlo y creérmelo: es todo aquello que no soy yo. Aunque yo soy real. Espero, vamos. Más bien lo real es lo que percibo tal y como viene. Al menos en lo que a mi supervivencia se refiere. Necesito creer que es real ¿Y qué no es real? ¿Esa nada que hay fuera es real? ¿Se puede definir el no ser? Algo que es la ausencia de existencia por no tener no puede tener ni propiedades ¿No es? ¿Entonces el no ser es real? No creo, si no es, no es real ¡Ajj! ¡Yo que se! ¡A la mierda!
Me pongo en pie, desplazo la mampara de la bañera y salgo fuera. Ahí estoy de nuevo. Frente al espejo. Observo mi baño como si fuera la primera y la última vez. Con curiosidad y con nostalgia. El retrete con la tapa bajada. Justo a la izquierda de la pila. Mi cepillo, los enjuagues, la espuma de afeitar. La pastilla verde de jabón de manos. Debajo, armarios y un par de cajones con más cosas, y encima, el espejo coronado por tres bombillas que iluminan la habitación. Creo que en parte el espejo ha contribuido a conservar mi cerebro e impedir que se fugara por una oreja. O por un ojo. Me ha ayudado a no sentirme tan solo. Está haciendo algo todo el rato sin gastar energía. Refleja de gratis... Las toallas, el taburete... y la minicadena ¡Oh! Hacía tiempo que no reparaba en la minicadena ¿Seguirá funcionando? Tiempo atrás dejé de plantearme porqué las luces seguían encendidas.
Habitan en mi mente algo que se me antoja llamar recuerdos acerca de un objeto llamado televisión. Es un objeto cuadrado que muestra unas imágenes cambiantes en la superficie de uno de sus lados y emite unos sonidos, al parecer, acordes con el estímulo visual que ofrecen. Funciona, en principio, mediante un proceso de desmodulación de ondas electromagnéticas... o algo así. Y resulta que cuando no funciona y se ve nevar en la pantalla, un 1 % de ese ruido blanco, son ondas de la radiación de fondo proveniente del supuesto origen del universo... una brutal explosión ¿Qué emitirá la radio si la enciendo? ¿Emitirá nada? Ya no existe el universo... vaya... qué cosas. Quizá nunca existió. Tal vez ahora emita el sonido de la nada. Me acerco dubitativo y pulso el botón de encendido. Nada. No se oye nada en absoluto. Qué decepción. Supongo, tampoco se muy bien que diablos esperaba. Chasqueo la lengua y no funciona. ¿No me funciona la lengua? ¿Qué? Grito "¡Ahh!" y no lo escucho. ¿Me he quedado sordo? Tal vez tanto tiempo sin hablar haya destruido mis cuerdas bocales. O quizá se hayan movido de sitio. ¿Eso sería coherente? Si la coherencia tuviera sentido... Ahora mismo es como si las leyes que regían el universo se escondieran demacradas en esta pequeña habitación, tratando de aparentar como que no ha pasado nada, pero algo raro les debe haber ocurrido, por que más parecieran dementes que las encargadas de proporcionar un sentido a la entropía infinita de la realidad. Golpeo la mampara de la bañera y la veo moverse pero no la oigo. No lo entiendo. Ahora he perdido la capacidad de relacionarme con los sonidos. Pues vaya. Esto se vuelve aburrido por momentos. Podría haberme dejado una nota como que iba a abandonarme, yo apreciaba bastante esa capacidad. Qué mal educada. ¡Pécora! Apago la radio y respiro hondo. Vaya. Me he oído respirar. Joder. Esto es demasiado. Abro la puerta y salto fuera del baño, gritando.
Nada. No noto nada. Esto es extraño. No me noto flotar. Por primera vez en mi vida no se donde está arriba y donde está abajo ¿Floto? ¿Podría acaso caer a algún sitio? No se si me muevo o no. Oigo el silencio más absoluto y no veo nada. No puedo saber si mi cuerpo sigue aquí. Me llevo la mano a la cara. Noto un dedo en mi ojo. Uff, sigo teniendo cuerpo... Muevo deprisa la mano y no noto aire. ¿No hay aire? Y yo aquí respirando... no, no respiro. Quiero decir, hago como que respiro pero no pasa nada... ¿¡Eh!? Y de pronto terror. No puedo desplazarme. No hay a donde ir. Estoy en un lugar en el que no existe el espacio. ¿Como puedo caber en un lugar que no tiene extensión? ¿Y el tiempo? Aquí la materia no existe ¿Qué hago aquí? No hay materia que cambie, el tiempo aquí no tiene sentido, sin cambio no hay paso del tiempo. ¿No va a pasar el tiempo? Y el curso de mis pensamientos... ¿como diantres está evolucionando? Aquí pasa algo raro. Creo. De nuevo siento que no existo. ¿Soy inmortal en esta cárcel eterna carente de duración? No puedo ir a ningún sitio por que no estoy en ningún sitio. Joder. Esto es terrible. No puedo existir aquí. Es imposible. ¿Por qué? Mierda. Vuelvo a ser una paradoja. Espero no implosionar de nuevo. Y las mujeres solían parecerme complejas. Pues vaya. ¡Oh! La oscuridad sigue aquí pero de pronto estoy mojado, sumergido en un montón de agua. Noto presión por debajo, estoy sentado en algún sitio lleno de agua. ¿Estaré de nuevo en la bañera? Palpo a mi alrededor y noto algo ¿El qué? Sigo a tientas y tengo también algo encima. Estoy acurrucado en un cubo cerrado ¿Perdón? Espero que no entre más agua. Joder, sigo sin entender mi instinto de supervivencia. Debería estar muerto varias veces y aquí sigo. Pero no, mi subconsciente sigue empeñado en no morir. Maldita sea, que engorro. Empujo las paredes y no sucede nada. Sin embargo observo que la pieza que me cierra por arriba (si, han regresado las referencias gravitatorias) se mueve ligeramente. Consigo levantarla un poco pero algo la retiene, no obstante se aparece ante mi una rendija de luz. Consigo incorporarme un poco y mirar por allí. No. No puede ser. Imposible. No. No. Cierro la tapa de nuevo y me quedo allí sentado. Acurrucado como un loco, agarrándome las piernas flexionadas, tratando de asimilar lo que estaba sucediendo. No, maldita sea, no ¿Estoy en la cisterna del wáter? Físicamente imposible. No quepo, joder, no quepo. Pero al parecer aquí estoy. Pues vaya un sitio para estar, no hay nada que hacer dentro de la cisterna de un wáter ¿Qué vas a hacer? No puedes jugar a cartas. Está muy húmedo. Decido volver a asomarme. Vuelvo a levantar la tapa y me asomo por la ranura. Joder. Esto es una fiesta. Cierro de nuevo. Acabo de entrar en el baño. Un yo soñoliento acaba de entrar en el baño por la puerta ¿La puerta? Esto es el día que me quedé atrapado en el baño. Ya claro, ahora viajo en el tiempo. ¿Ya no hay nada más allá de aquella puerta o sigue estando allí mi casa, al otro lado de esa plancha de madera con pomo? Intrigado me asomo y me veo mear. Menuda perspectiva rara para verse a uno mismo orinar. Nunca me había visto desde este punto de vista. Desde aquí no parece que tenga tanta tripa. Qué asco de cara tengo recién levantado, por Dios. La puerta está cerrada ¿Por qué cerraría la puerta para mear en mitad de la noche? Quiero decir, vivo solo, ¿por qué iba a cerrar la puerta del baño en cualquier momento? Y ahí estoy. Escurriendo las últimas gotas. Mi doble soñoliento se da la vuelta y se dispone a salir del baño. Abre la puerta y... ¡Ahí está! ¡Mi pasillo! No. ¿Por qué cierras? Mi doble ha cerrado la puerta asustado. El pasillo estaba ahí, estoy seguro. Lo he visto. El imbécil este debe de estar tan dormido que no sabe ni lo que ve. Parece que voy a volver a abrir. Si, lo recuerdo. Y... no, ya no está. Mi pasillo ha desaparecido. La nada que me ha acompañado todo este tiempo vuelve a ser lo único que hay al otro lado de la puerta. Vuelve a ser... acaba de... bueno, eso. Parezco cansado para tanta tontería. Ahí estoy, caminando hacia la bañera para seguir durmiendo. Joder. Así que la primera vez que abrí la puerta si había algo pero no lo vi... maldita sea. Cierro la tapa y me vuelvo a recostar contra el lado de la cisterna, más atareado en darle vueltas a porqué había desaparecido el universo que en acordarme que estaba dentro de la cisterna del wáter. El cuello de mi bata se engancha con parte del mecanismo que se aloja allí dentro y de pronto oigo el sonido de tirar de la cadena. El nivel del agua comienza a bajar y siento que algo tira de mi hacia abajo ¡No! El agua me arrastra hacia abajo. Llego a percibir por un momento la luz de mi baño antes de perderme cañería abajo. Ale, ahora estoy en un parque acuático. Genial.
Capítulo 4: http://esperosentado.blogspot.com.es/2014/09/nada-cap-4.html
Por un momento creí sentir que la realidad existía. La oruga de un tanque pisaba un hormiguero. El pequeño blindado se deslizaba sobre un terreno irregular de tierra dura y piedras, escoltado por cuatro hombres a caballo. Una mujer tapada con un manto negro está acurrucada en el suelo, de rodillas, delante del vehículo armado. Llora ¿Por qué llora? Lleva tanto tiempo practicando esta acción asociada al dolor que ya ni lo recuerda. Cree que llora la muerte de sus tres hijos. Y probablemente esté en lo cierto. Si, parece un llanto emocional. En general la muerte suele causar esa reacción en las personas que les gustaba ese humano concreto cuando tenía por costumbre estar vivo. Es un poco egoísta eso de morirse. Tu estás muerto y ya te da igual, pero los que se quedan no saben a donde has ido y viven con la incertidumbre de si ahora eres un cadáver, como una mierda que se descompone, o si te esperan locas orgías con vírgenes en algún lugar. O si tu alma vaga por la tierra habitando casas oscuras y asustando a la gente con cosas que no entiendan, como la vida. Pero tal vez no llorara por eso... tal vez llorara por eso. Tal vez fuera que instintivamente la muerte de un hijo tiene que hacerte sentir mal de modo que cuando tengas un descendiente tu inconsciente sienta que tiene que mantener la existencia de la especie. Tal vez fuera un llanto social. Tal vez llora porque se le han quemado las lentejas.
Y de pronto no comprendo la muerte, no se siquiera si existe. Por un momento creí sentir que la realidad existía. Pero ya no puedo estar seguro.
Siento que estoy tumbado en lo que parece ser una bañera, mirando fijamente al techo. Un techo blanco radiante. Blanco como el blanco más blanco, como un coche blanco, como la nieve blanca y un folio blanco. Una especie de ultrablanco. No brilla, que no os engañen, el blanco no brilla, solo rebota fotones. Pero este blanco que no brilla es demasiado blanco... puede que no sea blanco... ya no lo se...
Es curioso como en estos días he tenido varios temas acudiendo a mi mente repetidamente, como un supermercado con los mejores descuentos en electrodomésticos y cerveza: aunque no lo necesites, vuelves. He tenido que aceptar que lo que me está sucediendo es real para no enloquecer... más. Ya está aquí de nuevo ¿Qué es real? He tenido que definirlo y creérmelo: es todo aquello que no soy yo. Aunque yo soy real. Espero, vamos. Más bien lo real es lo que percibo tal y como viene. Al menos en lo que a mi supervivencia se refiere. Necesito creer que es real ¿Y qué no es real? ¿Esa nada que hay fuera es real? ¿Se puede definir el no ser? Algo que es la ausencia de existencia por no tener no puede tener ni propiedades ¿No es? ¿Entonces el no ser es real? No creo, si no es, no es real ¡Ajj! ¡Yo que se! ¡A la mierda!
Me pongo en pie, desplazo la mampara de la bañera y salgo fuera. Ahí estoy de nuevo. Frente al espejo. Observo mi baño como si fuera la primera y la última vez. Con curiosidad y con nostalgia. El retrete con la tapa bajada. Justo a la izquierda de la pila. Mi cepillo, los enjuagues, la espuma de afeitar. La pastilla verde de jabón de manos. Debajo, armarios y un par de cajones con más cosas, y encima, el espejo coronado por tres bombillas que iluminan la habitación. Creo que en parte el espejo ha contribuido a conservar mi cerebro e impedir que se fugara por una oreja. O por un ojo. Me ha ayudado a no sentirme tan solo. Está haciendo algo todo el rato sin gastar energía. Refleja de gratis... Las toallas, el taburete... y la minicadena ¡Oh! Hacía tiempo que no reparaba en la minicadena ¿Seguirá funcionando? Tiempo atrás dejé de plantearme porqué las luces seguían encendidas.
Habitan en mi mente algo que se me antoja llamar recuerdos acerca de un objeto llamado televisión. Es un objeto cuadrado que muestra unas imágenes cambiantes en la superficie de uno de sus lados y emite unos sonidos, al parecer, acordes con el estímulo visual que ofrecen. Funciona, en principio, mediante un proceso de desmodulación de ondas electromagnéticas... o algo así. Y resulta que cuando no funciona y se ve nevar en la pantalla, un 1 % de ese ruido blanco, son ondas de la radiación de fondo proveniente del supuesto origen del universo... una brutal explosión ¿Qué emitirá la radio si la enciendo? ¿Emitirá nada? Ya no existe el universo... vaya... qué cosas. Quizá nunca existió. Tal vez ahora emita el sonido de la nada. Me acerco dubitativo y pulso el botón de encendido. Nada. No se oye nada en absoluto. Qué decepción. Supongo, tampoco se muy bien que diablos esperaba. Chasqueo la lengua y no funciona. ¿No me funciona la lengua? ¿Qué? Grito "¡Ahh!" y no lo escucho. ¿Me he quedado sordo? Tal vez tanto tiempo sin hablar haya destruido mis cuerdas bocales. O quizá se hayan movido de sitio. ¿Eso sería coherente? Si la coherencia tuviera sentido... Ahora mismo es como si las leyes que regían el universo se escondieran demacradas en esta pequeña habitación, tratando de aparentar como que no ha pasado nada, pero algo raro les debe haber ocurrido, por que más parecieran dementes que las encargadas de proporcionar un sentido a la entropía infinita de la realidad. Golpeo la mampara de la bañera y la veo moverse pero no la oigo. No lo entiendo. Ahora he perdido la capacidad de relacionarme con los sonidos. Pues vaya. Esto se vuelve aburrido por momentos. Podría haberme dejado una nota como que iba a abandonarme, yo apreciaba bastante esa capacidad. Qué mal educada. ¡Pécora! Apago la radio y respiro hondo. Vaya. Me he oído respirar. Joder. Esto es demasiado. Abro la puerta y salto fuera del baño, gritando.
Nada. No noto nada. Esto es extraño. No me noto flotar. Por primera vez en mi vida no se donde está arriba y donde está abajo ¿Floto? ¿Podría acaso caer a algún sitio? No se si me muevo o no. Oigo el silencio más absoluto y no veo nada. No puedo saber si mi cuerpo sigue aquí. Me llevo la mano a la cara. Noto un dedo en mi ojo. Uff, sigo teniendo cuerpo... Muevo deprisa la mano y no noto aire. ¿No hay aire? Y yo aquí respirando... no, no respiro. Quiero decir, hago como que respiro pero no pasa nada... ¿¡Eh!? Y de pronto terror. No puedo desplazarme. No hay a donde ir. Estoy en un lugar en el que no existe el espacio. ¿Como puedo caber en un lugar que no tiene extensión? ¿Y el tiempo? Aquí la materia no existe ¿Qué hago aquí? No hay materia que cambie, el tiempo aquí no tiene sentido, sin cambio no hay paso del tiempo. ¿No va a pasar el tiempo? Y el curso de mis pensamientos... ¿como diantres está evolucionando? Aquí pasa algo raro. Creo. De nuevo siento que no existo. ¿Soy inmortal en esta cárcel eterna carente de duración? No puedo ir a ningún sitio por que no estoy en ningún sitio. Joder. Esto es terrible. No puedo existir aquí. Es imposible. ¿Por qué? Mierda. Vuelvo a ser una paradoja. Espero no implosionar de nuevo. Y las mujeres solían parecerme complejas. Pues vaya. ¡Oh! La oscuridad sigue aquí pero de pronto estoy mojado, sumergido en un montón de agua. Noto presión por debajo, estoy sentado en algún sitio lleno de agua. ¿Estaré de nuevo en la bañera? Palpo a mi alrededor y noto algo ¿El qué? Sigo a tientas y tengo también algo encima. Estoy acurrucado en un cubo cerrado ¿Perdón? Espero que no entre más agua. Joder, sigo sin entender mi instinto de supervivencia. Debería estar muerto varias veces y aquí sigo. Pero no, mi subconsciente sigue empeñado en no morir. Maldita sea, que engorro. Empujo las paredes y no sucede nada. Sin embargo observo que la pieza que me cierra por arriba (si, han regresado las referencias gravitatorias) se mueve ligeramente. Consigo levantarla un poco pero algo la retiene, no obstante se aparece ante mi una rendija de luz. Consigo incorporarme un poco y mirar por allí. No. No puede ser. Imposible. No. No. Cierro la tapa de nuevo y me quedo allí sentado. Acurrucado como un loco, agarrándome las piernas flexionadas, tratando de asimilar lo que estaba sucediendo. No, maldita sea, no ¿Estoy en la cisterna del wáter? Físicamente imposible. No quepo, joder, no quepo. Pero al parecer aquí estoy. Pues vaya un sitio para estar, no hay nada que hacer dentro de la cisterna de un wáter ¿Qué vas a hacer? No puedes jugar a cartas. Está muy húmedo. Decido volver a asomarme. Vuelvo a levantar la tapa y me asomo por la ranura. Joder. Esto es una fiesta. Cierro de nuevo. Acabo de entrar en el baño. Un yo soñoliento acaba de entrar en el baño por la puerta ¿La puerta? Esto es el día que me quedé atrapado en el baño. Ya claro, ahora viajo en el tiempo. ¿Ya no hay nada más allá de aquella puerta o sigue estando allí mi casa, al otro lado de esa plancha de madera con pomo? Intrigado me asomo y me veo mear. Menuda perspectiva rara para verse a uno mismo orinar. Nunca me había visto desde este punto de vista. Desde aquí no parece que tenga tanta tripa. Qué asco de cara tengo recién levantado, por Dios. La puerta está cerrada ¿Por qué cerraría la puerta para mear en mitad de la noche? Quiero decir, vivo solo, ¿por qué iba a cerrar la puerta del baño en cualquier momento? Y ahí estoy. Escurriendo las últimas gotas. Mi doble soñoliento se da la vuelta y se dispone a salir del baño. Abre la puerta y... ¡Ahí está! ¡Mi pasillo! No. ¿Por qué cierras? Mi doble ha cerrado la puerta asustado. El pasillo estaba ahí, estoy seguro. Lo he visto. El imbécil este debe de estar tan dormido que no sabe ni lo que ve. Parece que voy a volver a abrir. Si, lo recuerdo. Y... no, ya no está. Mi pasillo ha desaparecido. La nada que me ha acompañado todo este tiempo vuelve a ser lo único que hay al otro lado de la puerta. Vuelve a ser... acaba de... bueno, eso. Parezco cansado para tanta tontería. Ahí estoy, caminando hacia la bañera para seguir durmiendo. Joder. Así que la primera vez que abrí la puerta si había algo pero no lo vi... maldita sea. Cierro la tapa y me vuelvo a recostar contra el lado de la cisterna, más atareado en darle vueltas a porqué había desaparecido el universo que en acordarme que estaba dentro de la cisterna del wáter. El cuello de mi bata se engancha con parte del mecanismo que se aloja allí dentro y de pronto oigo el sonido de tirar de la cadena. El nivel del agua comienza a bajar y siento que algo tira de mi hacia abajo ¡No! El agua me arrastra hacia abajo. Llego a percibir por un momento la luz de mi baño antes de perderme cañería abajo. Ale, ahora estoy en un parque acuático. Genial.
Capítulo 4: http://esperosentado.blogspot.com.es/2014/09/nada-cap-4.html
domingo, 8 de septiembre de 2013
Nada - Cap. 2
Capítulo 1: http://esperosentado.blogspot.com.es/2013/05/nada-cap1.html
Es algo raro y complejo eso del tiempo. Llevo aquí un par de semanas (creo) y aún no tengo hambre. Y aunque la hubiera tenido. Lo único que tengo por aquí para llevarme a la boca es una esponja vieja, sucia y peluda. Y aquí estoy, sentado dentro de la bañera esperando a que la barba me llegue a las rodillas para decidir si me corto las venas o me desnuco contra el grifo de la ducha. Estas dos semanas han sido agotadoras y desesperantes, sin nada que hacer más que sentarme a ver pasar el tiempo. Es algo raro y complejo eso del tiempo.
Dos semanas de silencio absoluto, pérdidas de conciencia esporádicas y miedo a sonidos imaginarios que me sacan del ensimismamiento que me atrapa para llevarme a un frenético e histérico estado de terror. Me he encerrado en mi propia mente para no enloquecer por las cuatro paredes que me separan de la nada infinita, que me amenaza y me amedrenta desde un exterior que dudo que exista.
No tengo ganas. No tengo ganas de comer, ni de beber. No tengo ganas de sexo ni de abrazar a nadie. No tengo ganas de dormir. Ya no duermo. A veces me desmayo pero ya no duermo. No tengo ganas de quedarme aquí, pero tampoco tengo ganas de irme. Se me ha anulado la capacidad de tener apetitos y ganas de cosas. Lo que parece que tengo es ganas de seguir, quiero decir, con vida, por que morirse sería hacer algo. Y no tengo ganas. De nada. Ni de morirme.
Hay ratos en los que olvido por completo quien soy. Y me alarmo mucho. No recuerdo mi vida anterior a este baño que me envuelve ¿Qué hacía yo antes con mi tiempo? ¿He estado alguna vez fuera de aquí? Si no hay nada más allá, no puede ser... Es posible que mi existencia se generara aleatoriamente junto a la del baño en un lugar que se encuentra en ninguna parte y que al mismo tiempo que yo mismo se crearan los recuerdos que me hicieron creer que estaba, realmente, allí, es decir, aquí, y que antes había estado en alguna otra parte. Por que aquí sigo. Creo. En ocasiones incluso me meto tanto en mi cabeza que olvido el baño; y otras me meto tanto en el baño que me olvido de mi mismo. Tal vez seamos solo uno. El baño y yo. Soy uno con el baño. O el baño no existe. Está todo en mi cabeza. La cual tampoco existe. También es posible que yo no exista, y que sea el rollo de papel higiénico que se imagina cosas raras. Hombres dementes y peludos atrapados en el interior del retrete que él habita.
Lo bueno de no sentir ganas de nada es que no puedo aburrirme, por que no tengo ganas de que el tiempo pase más rápido ni más lento. Ni bien ni mal, no tengo sensación de tiempo por que no hay nada que me indique que hora es. Hace mucho que dejó de entrar luz por la ventana y la iluminación es siempre la misma. Amarillenta y eléctrica, coronando el espejo. Mhh ¿Cómo se que el espejo no deja de reflejar cosas cuando no lo miro? ¡Ajá!
Me incorporo, salgo de la bañera y me miro en el espejo. Vale. Esto es raro. El pelo de mi cabeza ha decrecido y me ha crecido por la cara. Es definitivo. Mi capacidad de sorprenderme debe estar de viaje por el caribe. Si es que acaso el caribe es un lugar real. Saco la maquinilla de afeitar y me rapo por completo. Cabeza, cara, pecho, espalda, piernas y brazos. Un bello collarín de pelo es lo único que permito quedarse en mi cuerpo. Parezco un maldito caniche. ¡Espaguetis! ¿Qué? Por Dios, tengo un hambre loca. Oigo un sonido extraño, parece como un restaurante. Oigo voces difusas y el choque de cubiertos contra los platos. Oigo gente masticar. Escucho lo que mi mente asocia con humanos sorbiendo de sus copas. Vale, eso me sorprende. Quiero saber de donde viene el sonido ¡Joder, que hambre tengo! Mi sorpresa me ha traído el precioso souvenir de estar muriéndome de hambre. Que maja la jodía. No sabía que vendían esas cosas por el caribe. Tenía entendido que aquello eran todo playas y zumos de frutas tropicales con vodka. Y palmeras, muchas palmeras. Abro la puerta. Nada, para variar. Miro dentro del armario y debajo de la ropa sucia. No encuentro el comedor extraño del que viene todo ese ruido ¡Augh! Caigo al suelo, me llevo las manos al estómago que me araña desde dentro suplicándome a golpes que le dé algo de comer. No se que hacer, ya no se dónde buscar. El sonido viene de todas partes y de ningún lugar en concreto ¿De pronto un restaurante en formato de audio? La ventana... Me incorporo con un creciente y terrible dolor que me mata con cada aliento que oso respirar. Me acerco agachado hasta la ventana y la abro. Algo extraño (digo, más que de normal) sucede al abrir la ventana. Como si todos los estados de la puertecita del tragaluz desde que esta cerrada hasta que está abierta coexistieran al mismo tiempo. Es decir, la ventana está cerrada, abierta, entreabierta, entrecerrada... todo al mismo tiempo. Ahora desaparecen uno a uno, como desplazándose hacia el estado de ventana abierta y queda abierta. Joder, la ventana va a cámara lenta, con un puto retraso. O mi cerebro se lo ha tomado con calma para procesar cada fotograma de realidad. Mierda. Hay un maldito restaurante italiano al otro lado de la ventana. Con sus estantes, sus banderas italianas y los manteles a cuadros blanqui-rojos. El sonido cesa. Veo a cinco hombres ataviados con túnicas blancas y largas barbas grises. Están sentados en la única mesa de la sala y se miran como enfadados y sin hablar. No se si saludar ¿Es de mala educación mirar a la gente comer desde el baño? Igual se asustan. Tal vez no puedan oírme. Por miedo a no existir prefiero callarme y observarles a ver como evolucionan las cosas. Parecen muy molestos por algo, como enfrentados. Cada uno tiene delante un plato de espaguetis, pero no comen ¿Por qué no comen? ¡Qué hambre! Sin previo aviso, uno de ellos se pone en pie, empuñando un tenedor en la mano derecha y gritando atraviesa el ojo de su vecino izquierdo que cae al suelo gritando dolorosamente. Mientras se desangra en lo que parece un sufrimiento terrible sus compañeros de mesa, en un gesto de aprobación comienzan a comer de sus respectivos platos. Esto es demasiado incluso para mi. Cierro la ventana asustado. Mierda ¿Por que he cerrado? Mi primer contacto en semanas con algo que no es el baño y podría desaparecer. Vuelvo a abrir. Nada. Joder. Ya estamos otra vez. Se me olvida el hambre y todo lo demás. Vuelvo a estar como antes. En el límite del universo. A un lado el baño, y alrededor, nada. Como si el universo se hubiera simplificado en un pequeño retrete.
Uff. Estoy cansado, hoy he tenido mucha actividad. He salido de la bañera y he abierto la ventana. He alucinado un rato y he visto cometer un asesinato muy posiblemente imaginario. Creo que me desmayaré un rato en el suelo y mañana será otro día. O lo sería si los días existieran. Caigo al suelo inconsciente ¿Habré hecho ruido al caer? Nunca lo sabré.
Capítulo 3: http://esperosentado.blogspot.com.es/2013/09/nada-cap-3.html
Es algo raro y complejo eso del tiempo. Llevo aquí un par de semanas (creo) y aún no tengo hambre. Y aunque la hubiera tenido. Lo único que tengo por aquí para llevarme a la boca es una esponja vieja, sucia y peluda. Y aquí estoy, sentado dentro de la bañera esperando a que la barba me llegue a las rodillas para decidir si me corto las venas o me desnuco contra el grifo de la ducha. Estas dos semanas han sido agotadoras y desesperantes, sin nada que hacer más que sentarme a ver pasar el tiempo. Es algo raro y complejo eso del tiempo.
Dos semanas de silencio absoluto, pérdidas de conciencia esporádicas y miedo a sonidos imaginarios que me sacan del ensimismamiento que me atrapa para llevarme a un frenético e histérico estado de terror. Me he encerrado en mi propia mente para no enloquecer por las cuatro paredes que me separan de la nada infinita, que me amenaza y me amedrenta desde un exterior que dudo que exista.
No tengo ganas. No tengo ganas de comer, ni de beber. No tengo ganas de sexo ni de abrazar a nadie. No tengo ganas de dormir. Ya no duermo. A veces me desmayo pero ya no duermo. No tengo ganas de quedarme aquí, pero tampoco tengo ganas de irme. Se me ha anulado la capacidad de tener apetitos y ganas de cosas. Lo que parece que tengo es ganas de seguir, quiero decir, con vida, por que morirse sería hacer algo. Y no tengo ganas. De nada. Ni de morirme.
Hay ratos en los que olvido por completo quien soy. Y me alarmo mucho. No recuerdo mi vida anterior a este baño que me envuelve ¿Qué hacía yo antes con mi tiempo? ¿He estado alguna vez fuera de aquí? Si no hay nada más allá, no puede ser... Es posible que mi existencia se generara aleatoriamente junto a la del baño en un lugar que se encuentra en ninguna parte y que al mismo tiempo que yo mismo se crearan los recuerdos que me hicieron creer que estaba, realmente, allí, es decir, aquí, y que antes había estado en alguna otra parte. Por que aquí sigo. Creo. En ocasiones incluso me meto tanto en mi cabeza que olvido el baño; y otras me meto tanto en el baño que me olvido de mi mismo. Tal vez seamos solo uno. El baño y yo. Soy uno con el baño. O el baño no existe. Está todo en mi cabeza. La cual tampoco existe. También es posible que yo no exista, y que sea el rollo de papel higiénico que se imagina cosas raras. Hombres dementes y peludos atrapados en el interior del retrete que él habita.
Lo bueno de no sentir ganas de nada es que no puedo aburrirme, por que no tengo ganas de que el tiempo pase más rápido ni más lento. Ni bien ni mal, no tengo sensación de tiempo por que no hay nada que me indique que hora es. Hace mucho que dejó de entrar luz por la ventana y la iluminación es siempre la misma. Amarillenta y eléctrica, coronando el espejo. Mhh ¿Cómo se que el espejo no deja de reflejar cosas cuando no lo miro? ¡Ajá!
Me incorporo, salgo de la bañera y me miro en el espejo. Vale. Esto es raro. El pelo de mi cabeza ha decrecido y me ha crecido por la cara. Es definitivo. Mi capacidad de sorprenderme debe estar de viaje por el caribe. Si es que acaso el caribe es un lugar real. Saco la maquinilla de afeitar y me rapo por completo. Cabeza, cara, pecho, espalda, piernas y brazos. Un bello collarín de pelo es lo único que permito quedarse en mi cuerpo. Parezco un maldito caniche. ¡Espaguetis! ¿Qué? Por Dios, tengo un hambre loca. Oigo un sonido extraño, parece como un restaurante. Oigo voces difusas y el choque de cubiertos contra los platos. Oigo gente masticar. Escucho lo que mi mente asocia con humanos sorbiendo de sus copas. Vale, eso me sorprende. Quiero saber de donde viene el sonido ¡Joder, que hambre tengo! Mi sorpresa me ha traído el precioso souvenir de estar muriéndome de hambre. Que maja la jodía. No sabía que vendían esas cosas por el caribe. Tenía entendido que aquello eran todo playas y zumos de frutas tropicales con vodka. Y palmeras, muchas palmeras. Abro la puerta. Nada, para variar. Miro dentro del armario y debajo de la ropa sucia. No encuentro el comedor extraño del que viene todo ese ruido ¡Augh! Caigo al suelo, me llevo las manos al estómago que me araña desde dentro suplicándome a golpes que le dé algo de comer. No se que hacer, ya no se dónde buscar. El sonido viene de todas partes y de ningún lugar en concreto ¿De pronto un restaurante en formato de audio? La ventana... Me incorporo con un creciente y terrible dolor que me mata con cada aliento que oso respirar. Me acerco agachado hasta la ventana y la abro. Algo extraño (digo, más que de normal) sucede al abrir la ventana. Como si todos los estados de la puertecita del tragaluz desde que esta cerrada hasta que está abierta coexistieran al mismo tiempo. Es decir, la ventana está cerrada, abierta, entreabierta, entrecerrada... todo al mismo tiempo. Ahora desaparecen uno a uno, como desplazándose hacia el estado de ventana abierta y queda abierta. Joder, la ventana va a cámara lenta, con un puto retraso. O mi cerebro se lo ha tomado con calma para procesar cada fotograma de realidad. Mierda. Hay un maldito restaurante italiano al otro lado de la ventana. Con sus estantes, sus banderas italianas y los manteles a cuadros blanqui-rojos. El sonido cesa. Veo a cinco hombres ataviados con túnicas blancas y largas barbas grises. Están sentados en la única mesa de la sala y se miran como enfadados y sin hablar. No se si saludar ¿Es de mala educación mirar a la gente comer desde el baño? Igual se asustan. Tal vez no puedan oírme. Por miedo a no existir prefiero callarme y observarles a ver como evolucionan las cosas. Parecen muy molestos por algo, como enfrentados. Cada uno tiene delante un plato de espaguetis, pero no comen ¿Por qué no comen? ¡Qué hambre! Sin previo aviso, uno de ellos se pone en pie, empuñando un tenedor en la mano derecha y gritando atraviesa el ojo de su vecino izquierdo que cae al suelo gritando dolorosamente. Mientras se desangra en lo que parece un sufrimiento terrible sus compañeros de mesa, en un gesto de aprobación comienzan a comer de sus respectivos platos. Esto es demasiado incluso para mi. Cierro la ventana asustado. Mierda ¿Por que he cerrado? Mi primer contacto en semanas con algo que no es el baño y podría desaparecer. Vuelvo a abrir. Nada. Joder. Ya estamos otra vez. Se me olvida el hambre y todo lo demás. Vuelvo a estar como antes. En el límite del universo. A un lado el baño, y alrededor, nada. Como si el universo se hubiera simplificado en un pequeño retrete.
Uff. Estoy cansado, hoy he tenido mucha actividad. He salido de la bañera y he abierto la ventana. He alucinado un rato y he visto cometer un asesinato muy posiblemente imaginario. Creo que me desmayaré un rato en el suelo y mañana será otro día. O lo sería si los días existieran. Caigo al suelo inconsciente ¿Habré hecho ruido al caer? Nunca lo sabré.
Capítulo 3: http://esperosentado.blogspot.com.es/2013/09/nada-cap-3.html
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