jueves, 21 de julio de 2011

Hackers

No importa lo que podemos conseguir al encontrar un agujero de seguridad que afecta a millones de servidores de Internet y que nos da acceso a sus datos, sino el placer de haber llevado al límite nuestro conocimiento para descubrir que no todo era tan seguro como nos lo venden.

miércoles, 13 de julio de 2011

Todo da vueltas ahí fuera.

Todavía no lo tengo muy claro, de momento solo se que la realidad es maravillosamente extraña, y con un verdadero entreramado muy complejo que se esconde ahí y que es difícil de ver. O no. Ya digo que no lo tengo muy claro. Supongo que es tan sencillo que se torna extremadamente complejo. Debe ser que las cosas más simples son las más difíciles. Si, eso será. O al contrario, es tan complejo que se muestra simple... como una esfera de titanio macizo, tan simple a la vista, y resulta ser una rave de electrones esquizofrénicos.

En definitiva, estoy hecho un maldito lío, y lo que viene siendo ahora mismo, eso me encanta. No comprender, no saber, la incertidumbre de lo que verdaderamente será. De verdad, tengo un cacao mental interesante pero me encanta, me mantiene alerta y con ganas de seguir adelante hasta comprenderlo, y lo mejor de todo, lo más misterioso, es qué pasará cuando lo haya comprendido, qué hay detrás de eso... sensacional, esto es sensacional. El andar dando tumbos, buscando desesperado en lugar de estar anclado a un raíl que me lleva, o que me mantiene quieto, esperando sentado. El no saber a donde voy pero saber que estoy yendo. Maravilloso.

Hoy por hoy tengo clara una cosa, me he dado cuenta hace tan solo unas horas, y es tan simple como, que para lograr algo lo único que hay que hacer es hacerlo. Sonará raro, tal vez utópico, pero es así de simple, el que no logra algo, es por que no quiere. Hablo por supuesto de las cosas de uno mismo, no me vaya usted a malentender tergiversando lo que digo, por mucho que lo intentes, no puedes volar por ti mismo, y si alguien te dispara en la cabeza no puedes decidir no morir. Pero en el ámbito personal, hablo de un terreno mucho más cercano, el de uno mismo, de los retos personales y de lo que cada uno quiere para sí. Podría poner algún ejemplo pero solo me acuden a la mente los más banales.

Pero, las cosas no son difíciles de per se, no, lo que pasa es que las hacemos parecer así. Y aquí es donde viene la manida frase de "si quieres, puedes" por que es así de simple. La vida es simple como digo, pero bueno, me gusta participar de la rave, y de la simpleza que forma, por que se es parte de ambas cosas, e imagino que ahí está la fantástica complejidad del asunto.

En fin, yo me entiendo...

Señoría... no hay más preguntas.

Bueno, si, solo una, hay algo en este cartel que brilla sobre el resto, quiero decir, lo hace para mi ahora mismo, y es "Stop over analyzing, life is simple". Sospecho que ese es mi problema, pero no lo quiero solucionar, por que es precisamente el querer saber (analizar) lo que me hace ser como soy, lo que me hace estar donde estoy, ir por el camino que voy y es lo que me hace haberme planteado todas las cosas que impera este texto. Por eso es un problema que no quiero arreglar, que está mal, pero bien como está.

jueves, 7 de julio de 2011

Mmmh...

El placer puede ser definido como una sensación o sentimiento positivo, agradable o eufórico, que en su forma natural se manifiesta cuando se satisface plenamente alguna necesidad del organismo humano: bebida, en el caso de la sed; comida, en el caso del hambre; descanso (sueño), para la fatiga; sexo para la libido, diversión (entretenimiento), para el aburrimiento, y conocimientos (científicos o no científicos) o cultura (diferentes tipos de arte) para la ignorancia, la curiosidad y la necesidad de crear y desarrollar el espíritu. La naturaleza suele asociar la sensación de placer con algún beneficio para la especie y la Filosofía lo clasifica entre los tipos posibles de felicidad.
Wikipedia

martes, 5 de julio de 2011

Todo terminó

Otro año pasa, pero este ha sido distinto, si, lo sabe, no ha sido como los demás. Ha sido un año lleno de cosas nuevas, el primer año en la universidad.

Amanece el tercer día de vacaciones y ya se ha decidido a organizar el caos que hay en su habitación. Con algo de miedo se adentra en ese torbellino de entropía: apuntes, libros, latas vacías testigos del estudio de última hora, calcetines, rotuladores, cables, bolsas de plástico y algún que otro muñeco, viajante de tiempos pasados, lo observan desde su lugar, donde quedaron apartados y olvidados. A la izquierda, lo único pulcro es el armario donde guarda toda su ropa, a lo que sigue una cama deshecha, cubierta de ropa y almohadones, al fondo, otra cama que utiliza de trastero haciendo muy bien la función para la que decidió destinada, apenas puede verse el colchón oculto entre la maraña de objetos inclasificables que la cubren. A la derecha, una estantería llena de libros. Libros leídos y otros por leer, algunos muy buenos y otros no tanto, grandes y pequeños. Su mesa, llena de cajones, con el ordenador en el centro, y maravilloso desorden a los lados. Si, esos cajones, los observa y ellos le observan a él, desafiantes, y él siente pavor de lo que pueda haber dentro.

Si, ha sido un año distinto en muchos aspectos, pero muy similar en muchos otros, y está cansado. Observa todo aquello y se siente como cada año, de pronto le parece que nada ha sido distinto en realidad, que todo ha sido una falacia de su materia gris para protegerse del tedio.

Admira el desorden y en realidad no le parece tan horrible. Es bonito, es natural, es esa furia y falta de ganas, es como un reflejo de su mente y su personalidad, ese fantástico caos. Escoge un rincón de su cuarto y empieza a amontonar allí todo de lo que quiere deshacerse, los primeros en llegar hasta aquella parcela son las latas, bolsas, papeles rotos y pañuelos sucios.

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Empieza a anochecer, lleva allí metido todo el día pero casi está. Su mesa, limpia y perfecta, su cama hecha, sobre la cual había 9 montones perfectos por asignaturas de todos sus apuntes. La montaña de lo que iba a lanzar al olvido para siempre había crecido considerablemente, ese amontonamiento de cosas que jamás recordará que tuvo. Por fin, entre el último montón de apuntes que faltaba por clasificar apareció su agenda, aquella guía que le decía lo que tenía que hacer cada día, aquel demonio dictatorial que él mismo se había impuesto y del que era su propia marioneta, a la que se había sublevado dispuesto a obedecer sin rechistar, sin darse cuenta de que aquella agenda era él mismo. Dobló la anilla metálica que sostenía las páginas y la rompió. Sacó todas las hojas y las sostuvo en su mano, un montón de folios que formaban la esencia de ese pequeño monstruo de papel. Estrujó su metálico esqueleto y a continuación, en pie al lado del amontonamiento de todo lo que iba a tirar, fue lanzando una a una todas las hojas de lo que fue su agenda. Sentía que siempre era igual, que no cambiaba nada, todos los años era lo mismo y estaba muy cansado, pero conforme iban cayendo los folios, se iba dando cuenta, se fue sintiendo distinto, y de pronto lo vio.

Había caído la última página y se giró, allí estaban, los cajones que aún no había osado abrir pero que ocultaban esa macedonia del tiempo, ese piscolabis de posesiones perfectamente mecidas por aquel pandemónium sensacional, esa fiesta escandalosa, ese griterío silencioso del que solo quería escapar. Estaba furioso, pero consigo mismo, al fin lo había comprendido. Con la mayor violencia arrancó los cajones de la mesa y los lanzó hacia cualquier parte esparciendo su contenido por toda la habitación. Lleno de satisfacción observó aquel perfecto desastre. Sólo se escuchaba el silencio. Apagó la luz y salió de allí, salió de su casa y se fue, por que por fin lo había comprendido, que lo único que tenía que hacer para cambiar las cosas era muy sencillo: no había más que cambiarlas.

lunes, 4 de julio de 2011

Bailando con las nubes.

Vivir. Saltar. Correr. Reír. Gritar. Aplaudir. Insultar. Mirar. Escupir. Susurrar. Saborear. Oler. Sacar la lengua. Escuchar. Sentarme. Sonreír. Nadar en un río. Viajar lejos. Admirar el paisaje. Comerme un saltamontes. Pintar una pared de 4 colores distintos. Hacer el pino. Plantar árboles. Dormir en el suelo. Ponerme una boina. Escribir algo en la oscuridad. Hablar durante horas. Caminar hasta el infinito y más allá. Saludar a los desconocidos. Despeinarme. Olvidarme de dormir. Dormir dos días seguidos. Observar de reojo. Sentir todo mi cuerpo. Coger un mal hábito y abandonarlo. Enamorarme. Comer jamón serrano. Cavar un agujero. Conocerme a mi mismo sin que nadie me haya presentado. Perseguir a alguien. Encontrarme un euro. Enterrarme en la arena. Leer un libro y volverlo a leer. Sentir hambre. Escuchar la misma canción durante tres días. Descubrir algo que siempre estuvo ahí. Asombrarse por lo nimio. Dejarme bigote. Acostumbrarse. Experimentar. Hacerme un tatuaje. Olvidar y recordar que lo he olvidado. Telefonear a otro continente. Ir en tren, en coche, en barco y en avión mirando por la ventana sin que canse el paisaje. Tomar café. Bañarme hasta que me arrugue. La playa en verano. Tumbarme a la sombra un día caluroso. Bailar un tango. Dejarme caer. Recordar aquellos momentos. Controlar mi mente. Coger al toro por los cuernos. Creer en la magia de lo asombroso. Casarme. Subir una montaña. Y luego otra. Ir en bici. Atreverme. Evadirme. Lanzarme. Comerme una pizza familiar. Estar triste. Cambiar. Opinar. Lamer una calva. Defender lo indefendible. Sangrar. Desordenar mi cuarto. Completar una colección. Bañarme en un lago. Contar mil historias. Dormir en la montaña. Tener hijos. Pegarme con alguien. Odiar. Dudar. Sufrir hasta explotar. Ser feliz. Brillar. Mirar las estrellas. Abrazar. Subirme a un elefante. Atrapar un tigre y comérmelo. Lograr una sonrisa de oreja a oreja. Vivir y sentir cosas nuevas. Cortarme las uñas de los pies. Acariciar la panza de una embarazada. Morder una zapatilla. Golpear una lata con una raqueta. Quemar cosas. Beber agua metiendo la cabeza en el cubo. Montar a caballo. Consumirme. Ser bebido por un baso de whisky. Arrepentirme. Jugar a baloncesto. Colgarme de una cuerda. Nadar con delfines. Pasear a no se donde. Despertar. Besar. Ganar una medalla. Caminar por las nubes. Llorar de felicidad y de tristeza. Ahogarme riendo. Ver pasar mi vida ante mis ojos en un segundo. Largarme. Apretar ese gran botón rojo. Emborracharme. Sentir que se acaba el aire. Raparme la cabeza. Cortar el césped con los dientes. Teñirme de verde. Conocer a Yoda en persona. Lenguar la traba. Liar a alguien que hace cuentas. Cometer un error garrafal. Soñar. Encender la luz de un faro. Rectificar. Equivocarme. Ser malo por un rato. Perderlo todo. Sentir que el mundo se acaba. Recuperarme. Arrugar el papel más grande. Completar el cubo de rubik. Hacer reír. Consolar. Poner el iTunes en reproducción aleatoria. Tener miedo. Suspirar. Poner los ojos en blanco. Morir.

viernes, 1 de julio de 2011

Siempre uno entre las manos

"¡Libros, la gente nunca ha dejado de amar los libros! Siglo LI, ahora tenéis holovídeos, descargas directas al cerebro, niebla-ficción, pero se necesita el aroma, el aroma de los libros."
Doctor Who